Está enmarcada por un promontorio de granito en el extremo noreste de Asinara: se puede nadar en una piscina natural de ensueño, la única playa -¡y qué playa! - de la zona protegida donde sea posible. La visita a Cala Sabina será una experiencia inolvidable por la arena blanca muy fina, tan suave que parece harina, donde podrás tumbarte y relajarte, por la claridad y tonalidad de sus aguas, que varían entre el celeste, el azul y el verde claro; y por los fondos marinos sin contaminar, tan transparente que verás muchos peces confidentes que se te acercarán. Aquí, la flora y la fauna tienen protección segura y tutela. La playa está salpicada de algunas rocas y rodeada de frondosos arbustos mediterráneos, cuyos colores y aromas caracterizan todo el litoral del parque nacional.